Recuerdo que durante mi infancia, en las visitas a casa de mis abuelos, me gustaba abrir la alacena y destapar aquellas tinajas llenas de aceitunas en salmuera y removerlas con el cazo. Regirar los botes de tomates en vinagre y apretar el pan de higo con el dedo para sentir cómo se hundía en aquella masa.
Dibujo a mano del recuerdo de la despensa de mis abuelos |
Aquel lugar olía de forma especial... No puedo hablar de un solo olor puesto que la fragancia del laurel mezclada con la del tomillo y la del romero le daban un toque floral que se entrelazaba con la del azafrán. Las cazuelas de barro emanaban aquel olor a cocina de leña, a cocina de olla sin prisas y fuego lento... No hay mejores recuerdos que los del sabor y el olor...
Tal vez la nostalgia de "la despensa de la abuela" haga revivir en mí el deseo de recuperar y recrear, mediante la conserva hecha en casa, todos aquellos sabores perdidos y añorados. Pero no es tarea fácil.
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